abril 23, 2009

Austeridad

Los Miembros del Congreso de Estados Unidos han decidido privarse del aumento salarial que normalmente reciben, acción que concuerda con la orden de Obama de congelar los salarios de los altos ejecutivos de la Casa Blanca.
En una época en que miles de personas pierden su trabajo, la decisión de la Cámara de Diputados de los E.U. me parece acertada. Todo esto me recuerda la reciente reforma que limita el pago a los ejecutivos de compañías que son rescatadas con fondos federales del Gobierno estadounidense.

De acuerdo a una nueva reforma las corporaciones que han sido rescatadas con dinero federal deberán mantener la paga anual de sus altos ejecutivos por debajo de los 500 mil dólares anuales. Fervientes defensores del capitalismo sienten que dicha regulación está en contra de los fundamentos de la economía liberal, en específico se argumenta que poner un límite en el pago de los directivos dificulta la capacidad de las corporaciones y bancos para encontrar trabajadores talentosos. Es importante detenernos aquí y analizar la situación: sólo aquellas empresas que sean rescatadas por el Gobierno deberán seguir esta nueva imposición; su situación actual de inminente quiebra significa que los directivos fallaron, no regular el salario sería en realidad una forma de anti-capitalismo, pues se estaría recompensando el error.
La verdadera consecuencia de poner un tope a los salarios será recalcar la importancia de la rendición de cuentas por parte de los directivos de las empresas que cotizan en bolsa. Hacerlos responsables es relevante tanto para los accionistas como para el Gobierno y la sociedad. Quizás sea el primer paso hacia una política corporativa en que los accionistas tengan un mayor alcance en la toma de decisiones.
Por otro lado, la imposición crea el clima necesario para la aprobación de otros rescates financieros necesarios para mantener a flote la economía.
En Nueva York, aquellos ejecutivos que se han visto afectados se lamentan por los cambios que tendrán que hacer en su estilo de vida. Olvidan quizás que, sin el rescate, estarían desempleados como los miles de trabajadores que perdieron sus trabajos en empresas e industrias que buscan bajar costos de operación y producción; se encontrarían en la situación de empresarios que han tenido que vender o cerrar sus negocios, de estudiantes endeudados que no podrán entrar al mercado laboral. Ojalá los "talentosos" ejecutivos de las empresas que fueron rescatadas con los impuestos de todos los ciudadanos, utilizaran el tiempo en que se lamentan, en buscar soluciones creativas al problema; disminuir la fuerza laboral es una práctica que, aunque en ocasiones necesaria, ha sido ya mil veces utilizada; el tope obligatorio de su salario tiene, al menos, la virtud de ser innovadora.

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