agosto 07, 2009

Equidad

Al buscar la equidad de género y disminuir la discriminación que históricamente han sufrido las mujeres, nos hemos esforzado como sociedad en proporcionar igualdad de acceso a las oportunidades, pero, al hacerlo, nos hemos olvidado de las diferencias innatas que han impedido que esto se cumpla.
Las diferencias entre hombres y mujeres radican en la forma en que las hormonas sexuales regulan los pensamientos, sentimientos y conducta. Existe el miedo a señalar estas diferencias en un movimiento que busca la equidad. Irónicamente es precisamente por ello que la inequidad persiste.
Los mecanismos e instituciones que ya están establecidos favorecen a los hombres, pues históricamente fueron formados bajo la premisa de que los agentes de poder serían éstos. Si aceptamos que el cerebro de los hombres y las mujeres son distintos entenderemos que nos encontramos ante la carrera equívoca. No basta alcanzar posiciones de poder dentro de las estructuras actuales, las posibilidades de un mundo mejor para todos radica en la reformulación de estas estructuras. Para un sistema más equitativo se requieren entender, aceptar y celebrar las diferencias.
Es en la educación temprana donde más podemos darnos cuenta de las diferencias entre niños y niñas. El cerebro de las mujeres presenta un mayor número de neuronas en el área del lenguaje y el oído. El cerebro masculino tiene un área más grande destinada a la acción y la agresión.
Los estudios de neurociencias han demostrado que las mujeres y los hombres resuelven los problemas matemáticos con distintas áreas del cerebro. Esta diferencia tiene como resultado que las mujeres prefieren problemas atados al contexto y a la vida real, mientras que a los hombres se les facilita pensar en términos abstractos.
Aunque las niñas sobresalgan en las escuelas este éxito no se transfiere al ámbito laboral ¿Qué cambios hormonales y que características de la sociedad y los lugares de trabajo impiden que las mujeres sigan destacándose y alcancen las mesas directivas? ¿Cómo se puede combinar el deseo de formar una familia y tener una carrera exitosa? ¿Qué papel juegan los negocios, el gobierno y las mismas mujeres?
En México en el Congreso se han creado cuotas mínimas a cumplir. Los partidos deben proponer determinado número de mujeres para jugar en las elecciones. En este año 41 por ciento de las candidaturas fueron representadas por mujeres, pero los resultados son deplorables, menos del 28 por ciento de los diputados serán del sexo femenino. El problema no radica, como pudiera pensarse, solamente en el electorado, los partidos políticos juegan con las cifras y colocan a las mujeres en los distritos donde tienen menos probabilidades de ganar.
Si aceptamos nuestras diferencias, si nos desprendemos del miedo de ser "el otro sexo" quizás podamos atrevernos a demandar un sistema con nuevas reglas del juego. Un sistema en el que la mitad del congreso, nuestro sistema de representación, viva bajo los efectos de la testosterona y la otra mitad, bajo los efectos del estrógeno. Así es nuestra sociedad, así es nuestra genética.

No hay comentarios:

Publicar un comentario